Estaba yo sumergida en mis quehaceres textiles domingueros, en la mesita del patio entre el Parrón y la Higuera -que por cierto coqueteaban con descaro- y tú, ahí, tan placidamente dormido, entre un montón de algodón azucarado y miel, hasta que despertaste, me sonreiste y comenzaste a inventar historias de quizás que tiempos y entre tus manos hebras de mariposas crecieron; cuando en un fugaz segundo de luz comprendí que un ejemplar de los tuyos sería una blanda y jugosa bendición en mi vida.
F.V.
Que maravilloso... tan corto y sin embargo exacto, simetrico... Da ganas de leer más
ResponderEliminarUn saludo!
andrés
Ou...! Que hermoso.. es tan .. armonioso... feliz final.. cotidiando comienzo.. muy lindo muchacha.. muuuy lindo .. =)
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios, me alienta a seguir escribiendo.
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