domingo, 31 de enero de 2010

De papel-luz y madera

La vi,
casi la lloré.
Me la comí.
La absorbieron mis poros,
mis pupilas guardaron cada milímetro
de recuerdo almacenado en sus paredes caídas
y muertas.
Sus habitaciones vacías,
descascaradas, 
sin piel, 
con los huesos al aire.
La ventana que daba a mi universo de ensoñaciones
al borde del desplome.
Como difuntos sentados y cubiertos
los sillones de siempre.
Mi alma se la bebió entera.
Aquella casa de papel-luz y madera,
chueca, adolorida y vivida.
Cientos de huellas inscritas en su piel.
Cobijo de mi infancia
Manto tibio, afable,
Ahora no eres más que un montón
Viejo de escombros.
Mi abuelo,
Con sus manos añosas y arrugadas te forjó.
Hoy él mismo te desviste  para dejarte
Descansar.
Tus surcos calaron
Con aterradora profundidad
Mi ser.
Te bienquise tanto.